Como recordarán, luego de descubrir la identidad de Jack el Destripador, el padre de Audrey decidió enviarla a una escuela de medicina forense en Rumania. Y por supuesto, fue el padre de la protagonista el que dio el visto bueno para que Thomas fuera su acompañante (sí, pequeño pillo se las ingenió para esto).
Pero su llegada a la escuela se ve frustrada por un director malhumorado, problemas con sus compañeros y una prueba que no esperaba. Y, por supuesto, Audrey tiene sus propios problemas con los cuales lidiar…
Sus sentimientos respecto a lo ocurrido con su hermano no dejan de atormentarla, llevándola a tener alucinaciones extrañas que parecen interferir con lo que ama hacer; además, se siente genuinamente atraída por su compañero de aventuras y amigo Thomas Cresswell, pero se rehúsa a comprometerse y cambiar su forma de ser y de pensar tan solo por obtener un esposo.
Y, por supuesto, está el hecho de que hay un asesino suelto y el pueblo de Brasov, cercano al castillo de Bran, lugar donde estudiaran ambos personajes, teme encontrarse en la mira de un ser peligroso que volvió desde la tumba: el príncipe inmortal Drácula.
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@morgana0anagrom
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¿Saben? Kerri Maniscalco tienen algo mágico cuando se trata de describir los escenarios en esta historia del siglo XIX. Se nota que la autora se toma el tiempo para investigar y añadir su toque tétrico a las novelas de esta saga, destacando detalles históricos que mezcla con su imaginación, ¡y eso me encanta!
Lo dije hace tiempo y me repito: deseo leer algo de fantasía de esta autora, ¡y sé que ocurrirá! Para quienes son lo sepan “Kingdom of the Wicked”, su novela de brujas, llegará al inglés en octubre. Así que espero que llegue pronto al español…
Pero ya me desvié del tema.
Al igual que en su novela anterior, la autora se esforzó en cada detalle, de tal modo que me transportó hasta la Rumania de finales de 1800s y me olvidé de mi entorno en cuanto abrí el libro. En pleno calor de primavera me encontré sentada frente a una chimenea dentro de un castillo en medio de una nevada, je, je. *Inserte un corazón*
De hecho en esta ocasión la voz de Audrey me resultó tan familiar que el libro avanzó de forma sencilla.
No obstante, siento que en esta la obviedad respecto a quién era el asesino volvió a hacerse presente.
Siempre es complicado no comparar las segundas partes con sus antecesoras y esta no fue la excepción.
Creí que quizás esta vez me tomaría más tiempo y una mayor dificultad descubrir al culpable, dado que seguramente no sería un familiar de la protagonista, pero fue bastante sencillo reconocer al asesino. No iba ni a la mitad de la novela cuando ya tenía consolidado el nombre en mi cabeza.
Es una pena porque de verdad me hubiera gustado que el misterio tras la persona culpable fuera mayor.
Además, está el detalle de que la novela busca hacer creer que todo está relacionado con la historia de Vlad, sobre todo con la parte del mito debido a la posible aparición de un vampiro; pero sabemos que la novela no contiene fantasía… Así que todos esos esfuerzos lúgubres no funcionan y nos llevan hacia pistas lógicas.
De hecho, el mito simplemente sirve para colocar ambientación, para meternos en la mente de las personas de ese momento, cuyas ideas, cultura y costumbres los llevaban a creer que todo era una cuestión fantástica y no un asesinato con motivos detrás
Los monstruos son tan reales como las historias que les dan vida. Y solo vivirán mientras nosotros las contemos.
Sin embargo, es verdad que la novela no se centra del todo en esto. Creo que esta vez la historia centró un poco más en llevarnos a conocer más a los personajes, y en hacerlos avanzar tanto individualmente como pareja.
Creo que Audrey y Thomas maduraron mucho en esta entrega, no solo de forma personal, también por el evidente futuro que quieren juntos.
Por otro lado tenemos la aparición de nuevos y viejos personajes que ayudaran tanto a la trama como, estoy segura, a futuras entregas de la saga.
De hecho, uno de los personajes que más me gustó está emparentado con Thomas. Y sí, estoy segura de que ya saben de quién hablo. Y creo que solo los dejaré sólo con esa información.
Pero como decía, la novela resalta por sus descripciones.
Si en el libro anterior tuvimos historicidad respecto a Jack el Destripador, aquí tenemos mucho folklore sobre la forma de pensar de ese momento, relacionado con algunos datos de la época y del propio Vlad, así como datos de la familia del mismo y de secretos que quizás pocos conocen sobre esta.
Repito, creo que el misterio no ha sido el fuerte de esta autora. Me he percatado de que otros lectores también han descubierto a los culpables de sus novelas sin problemas, pero la razón por la cual continúo leyendo estas novelas es porque Kerri tiene facilidad para las descripciones oscuras y para crear personajes con personalidades que no son perfectas, pero son reales y entrañables.
Es difícil no gustar de Audrey y Thomas.
Además, la pareja que forman es, dentro de su juventud, muy madura. Tienen altibajos, errores y aciertos, así como un apoyo del uno por el otro que es envidiable. Ninguna pareja es perfecta pero sin duda estos dos demuestran que siempre se puede encontrar a alguien en el cual apoyarte y al cual apoyar a pesar de tener algunas diferencias.
Nos hacen falta más parejas de este tipo en la literatura juvenil; muchas veces vemos demasiados tropiezos graves entre parejas con la excusa de que “son jóvenes y no saben”… pero ese es otro tema, ejem.
Con todo lo anterior dicho tengan por seguro que me verán leyendo los siguientes libros.