Hoy tenemos la última entrevista. Debo decir que fui muy afortunada al poder entrevistar justamente a los autores cuyos libros me cautivaron en este Especial Patriótico :D Así pues, a continuación les dejo la entrevista realizada a Verónica Murguía:
¡Hola, Verónica!
Es un placer poder compartir unas palabras contigo y que nos hayas permitido llevar acabo esta entrevista para conocer un poco más sobre ti y tu pasión por la escritura, la lectura.
El placer es mío.
Verónica siendo este un Especial Patriótico, cuéntanos, por favor, ¿de qué parte de la República eres y si existe ahí mismo un sitio que nos recomendarías visitar?
Soy chilanga. Más chilanga que mexicana. Me temo que estoy inventariada como una pieza de mobiliario en el Departamento del Distrito Federal, pues traté de vivir en otra ciudad y no resultó. En provincia me sentí invisible, a pesar de que el DF es el lugar idóneo para ser invisible de verdad, porque uno siempre está protegido con la capa del anonimato. El anonimato es como un hechizo de invisibilidad y eso me gusta mucho.
A veces siento que esta ciudad, con sus defectos y virtudes, es otro país. Menos bonito que México, pero con mucho carácter. Hay muchos lugares que visitar en ella. Si anduviera de turista me iría al Museo de Antropología, a Chapultepec, a Bellas Artes, a los Viveros de Coyoacán, al mercado de Xochimilco, a comer al centro y a comprar dulces en la dulcería Celaya. Y luego al Bazar Fusión, que es un lugar donde se juntan artesanos posmodernos. Está en la colonia Juárez.
¡Muchas gracias por la recomendación!
Y faltaron muchos lugares. La calle de Donceles, donde están las librerías de viejo, por ejemplo.
¿Algunas vez te han preguntado cuál fue tu origen como lectora y como escritora? Nos encantaría saber cómo fue que entraste a este mundo lleno de imaginación, sentimientos y personajes que al final se vuelven reales para muchos lectores.
Empecé a leer muy chica y con mucho desorden, libros de todo tipo. Todo lo que había en el librero de mis padres y hasta fotonovelas — unos como cómics medio feos hechos con fotos— de luchadores y absolutamente todas las novelas de Salgari, Verne y Dumas. Leí literatura medieval antes de poder entender siquiera qué era verdad y qué no en las novelas de caballería. Hasta hoy amo La muerte de Arturo de Thomas Mallory. El libro me sedujo porque además traía ilustraciones de Aubrey Beardsley y yo me pasmaba mirándolo. Esa infancia lectora me convirtió en novelista.
Una maestra me dijo una vez que escribir en los libros era una grosería, y yo lo creí así por mucho, mucho tiempo. Pero hace años que comencé a escribir con un lápiz tenue en las hojas de los libros que forman parte de mi estantería porque siento que mis comentarios, mis notas, quizás un pequeño dibujo que esa cita o esa página o ese capítulo me inspiró, los hace míos aún cuando hay muchas copias esparcidas por el mundo; y aún muchas personas piensan que hago una barbaridad, pero he aprendido a disfrutar mis lecturas de manera más personal. Así pues, la pregunta es: ¿como lectora tienes alguna manía o algún hábito?
Pues yo doblo las esquinas inferiores de las páginas cuando hay algo que me gusta, y les pego señaladores de colores y antes, sí, los subrayaba. Ya no, porque ahora —tú eres muchísimo más joven y falta para que eso pase— miro los subrayados y como uno cambia, ya no sé ni por qué señalé eso.
Como escritora, sabemos que tienes muchos libros que están dirigidos a un publico más joven, como Mi monstruo mandarino, Nueve patas, Los niños voladores… ¿La aventura es mayor cuando se trata de escribir para un público infantil o prefieres una aventura más juvenil?
Para mí escribir para niños es una especie de liberación, porque cuando trabajo para primeros lectores prefiero las aventuras más sonrientes, a diferencia de los libros para jóvenes. Y también escribo para adultos: tengo un libro de cuentos que es tristísimo. Pero escribir es escribir. Cuesta el mismo trabajo, aunque da menos miedo atorarte en la página 20 de un libro de 100 que en la 400 de un libro gigante. ¿Qué tal que no lo terminas nunca?
Escribir no es fácil, al menos para muchos de nosotros; pero tu manera de escribir es muy hermosa. Tengo que decirte que me hizo recordar cuando era una pequeña y lo maravilloso que resultaba imaginar la historia mientras mi tía me leía. Ella siempre ha sido amante de la lectura y por ahí empezó mi vicio. ¿Podrías decirnos si, de alguna manera, crees que para ti es difícil escribir? Porque francamente haces que parezca tan hermoso a la par de sencillo.
Escribir, para mí, es difícil. Es tan duro, que a veces lo pospongo con los pretextos más babas y me pongo a trapear, aunque trapeo fatal. Hay escritores que son geniales y no se equivocan demasiado, otros producen mucho y no se abruman con los detalles, pero yo no soy así. Ni genial, ni descuidada. Soy una especie de “matadita”. El lenguaje y sus poderes me obsesionan, ni modo. Una vez escuché decir a Octavio Paz que los poetas son servidores del lenguaje, mientras que los prosistas se sirven de él. Y me propuse servir al lenguaje, no abaratarlo, ni reducirlo, no limitarlo o recortarlo: moverme en los márgenes de mi comodidad y buscar la palabra adecuada, como buscaba Flaubert. Por ejemplo, huir de los lugares comunes tan lejos como pudiera, aunque a veces uno cae como sapo. Ni modo. Pero no escatimo esfuerzos porque es mi trabajo y porque el idioma es como nos acercamos a la realidad y la dibujamos. Ahorita leí una descripción de Hugo Hiriart, a quien admiro mucho, de la serpiente. Le llama “rabo autónomo”. Se me hizo lo máximo; es visual y también tiene algo de idea, el rabo es la parte última y es exclusivo de los animales. Hiriart aleja a la serpiente de nosotros con esa descripción. Eso, esa capacidad, es lo que ando buscando.
Háblanos un poquito sobre Loba, por favor. ¿Cómo fue documentarse para este libro? Leí que dedicaste diez años de investigación para generar esta fantástica historia, ¿es así? ¿Fue difícil encontrar información sobre criaturas mitológicas? ¿Quizás experimentaste algunas de las situaciones “cotidianas” del libro? ¿Hiciste magia? :D Por favor, cuéntanos.
Fueron diez años de alegría y dudas. La alegría a la hora de leer, las dudas a la hora de escribir. Hay muchísimo material sobre dragones, pero yo quería hacer el mío. El nombre de Tengri es el del dios del cielo de los mongoles. Leí sobre espadas, halcones, caballos —monté a caballo e hice el ridículo—, comida medieval, botánica y fauna de las estepas. Leí poesía, leí todo lo que pude. Hay bestiarios medievales que cuentan acerca del carácter del dragón y el unicornio. El unicornio medieval es un animal muy bravo, muy peligroso y feroz, indomable. Sólo se rinde a la pureza. Y bueno, fueron muchas versiones, muchos años. De eso no me quejo. De magia siempre he leído. Uno de mis libros de cabecera es La rama dorada, de Frazer. Pero soy muy racional y aunque escribo y escribo de magia y he leído toneladas de páginas sobre conjuros, bebedizos, rituales y cosas por el estilo, soy lo menos Wiccan del mundo.
Y hablando de esta grandiosa historia: si pudieras convertirte en uno de tus personajes ¿cuál sería y por qué?
*Pequeños spoilers a continuación.
No sé si abrirme de capa y decirlo, pero a quien me parezco es a Cuervo, quien ha resultado el más impopular de los personajes. El otro día unas chicas españolas me dijeron que las desespera, las irrita y que es un chillón. Yo les pregunté si no llorarían en su lugar: castigado, lastimado, exiliado y ese etcétera que sabemos que le pasa. Una novela en la que la magia arregla todo, es mala literatura. En Harry Potter la magia ni siquiera quita el acné. No resucita a los muertos, ni logra la felicidad gratuita. O sólo si es negra, negra y Cuervo no anda en esas más que cuando despierta al dragón. Además, el amor logrado con magia es, como diríamos nosotros; “pirata”. Es un amor de Felix Felicis, el mejor placebo de la historia. Si la magia solucionara todo, no habría novelas con magos, o todo se reduciría a duelos de magos.
*Fin de lo pequeños spoilers.
El mapa del libro es muy bonito y es imposible dejar de mirarlo mientras vamos recorriendo las páginas. Seguramente existen tierras más allá de lo que podemos ver. ¿Has pensando en escribir, no una segunda parte, pero sí más historias en este mundo?
Pues eso no lo sé. Una persona que leyó el libro con atención me pidió una segunda parte, pero jamás he escrito una segunda parte de nada. Ya se verá. Yo siempre regreso a la Edad Media, eso sí. Auliya, Luned, Soledad, todas ellas son criaturas de Brocelandia o de los desiertos de Las mil y una noches. Es mi ambiente favorito.
Sabemos que algunos de tus libros han sido traducidos al alemán. ¿Te gustaría que pasara lo mismo con Loba? ¿Quizás otro u otros idiomas?
Auliya, mi primera novela, fue traducida al alemán y al portugués. El fuego verde, al alemán. El ángel de Nicolás, al italiano. Pocas cosas en la vida me han parecido tan emocionantes como ver los libros traducidos. Y así como El fuego verde pasó con toda naturalidad al alemán (me di cuenta cuando fui a Berlín a platicar con chicos de las preparatorias) ya que es un libro muy germánico, con sus runas y elfos crueles —conste, antes de Cazadores de sombras ya mi elfo, Aliso, había engañado a una muchacha humana como lo cuenta la tradición— y su Walpurgis, quiero pensar que Loba pasaría así al inglés. Y al alemán.
En mi opinión, Loba es un libro que está escrito desde tu corazón con mucha pasión y cariño por la historia y los personajes.
Sí lo escribí con pasión. Me sonroja un poco aceptarlo, pero lo escribí con toda el alma. Y bueno, pues como haya quedado, no lo sé. No creo que pueda releerlo, nunca leo los libros una vez que se publican.
Hablando sobre el futuro, ¿podrías contarnos sobre algunos de tus próximos proyectos?
Quiero escribir varios libros para niños como Ladridos y conjuros, que me reía sola mientras lo escribía, y un libro para adultos como El ángel de Nicolás, que también, ya ven que no puedo escapar, ocurre en la Edad Media.
Y ya tocando el tema, ¿existe alguna criatura en particular sobre la que quisieras escribir, pero con la que aún no te sientes lista para tratar? Eres increíble describiéndolas, de verdad, ¡es casi como si fueran reales!
No me lo había planteado. No lo sé. Hace años pensaba en los ángeles. En El ángel de Nicolás hay tres: los dos que quemaron Sodoma y uno que según la tradición bizantina, se le apareció a un soldado llamado Nicolás antes de la batalla. Son temibles y hermosos, descritos según la Biblia y el Corán. Pero ya hay muchos ángeles algunos francamente insípidos (no los de Cazadores, esos me gustan) y eso me alejó un poco de ellos.
¿Alguna recomendación literaria de lector a lector? Por favor :)
Hay un cuento que para mí recupera el salvajismo y la belleza extraña de las criaturas mitológicas y se llama Ligea, escrito por Lampedusa. Léanlo, por favor. Es hermosísimo. Y la belleza de la sirena está descrita con rasgos admirables de cosa ajena, venerable, temible.
Para terminar, ¿te gustaría agregar o decir algo a tus lectores mexicanos?
Sí. Que lean y se diviertan.
Verónica, muchas, muchas gracias por contestar tan amablemente a todas nuestras preguntas del Especial Patriótico. Estaremos muy emocionados de, en un futuro, poder leer más historias que quieras compartirnos. Hablar contigo siempre es un placer literario :)
De nada.
Como pueden leer, Verónica es una persona muy hermosa que despide pasión al escribir. Yo me quedé con ganas de leer más de ella y de esa recomendación que nos hizo. ¿Ustedes no?
No olviden comentar las otras entrevistas y, por supuesto, pasar al sorteo del día 11.
¡Saludos y muchas gracias por leernos!